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El trato podía ser, según la suerte, cordial y hasta más o menos respetuoso, sencillamente bueno, o menos bueno. La mayoría de las “chachas”, según el vocabulario corriente entre las señoras, no comía a la mesa con la familia. E incluso, en las cenas de nochebuena, después de servir la mesa familiar, si había sobrado algo de pavo, muchas lo comían a solas en la cocina; eso sí, bien aderezado con lágrimas y entrañables recuerdos de las nochebuenas en familia de su pueblo. En todo caso, en aquellos tiempos, la única salida que le quedaba a una muchacha de pueblo era ir a “servir”, ordinariamente a una ciudad más o menos próxima.
Imagen de la Divina Pastora que está en la Iglesia San Francisco de León.
El año 1908, uno de tantos, predicaron en esta iglesia nuestra de San Francisco unos ejercicios para señoras los Padre Félix de Vegamián y León de Santibáñez (Burgos), con extraordinario éxito. Y con vistas a asegurar el fruto de los ejercicios, se les ocurrió a los buenos Padres fundar una Congregación piadosa para señoras, bajo el patronazgo de la Divina Pastora. Esta advocación mariana, de tradición muy capuchina, tenía una hermosa y artística imagen con su altar y camarín en nuestra iglesia.
El artista que la había tallado era precisamente un hermano capuchino, Fr. Antonio de Vera.
La imagen era sin duda hermosa, pero la advocación de “Pastora” parece ser que desmerecía un tanto como patrona de las empingorotadas “señoras bien” de León. Al año siguiente se repiten los ejercicios con parecido éxito, dirigidos por los mismos padres del año anterior. Y a la vista del entusiasmo despertado renació en ellos con nuevo vigor la vieja y acariciada idea de fundar una asociación piadosa con el nombre y patronazgo de la Divina Pastora. Sólo que en esta ocasión, teniendo en cuenta la malhadada experiencia del año pasado, el intento no se hizo con las señoras, sino con las sirvientas, muchas de las cuales habían acompañado a sus “señoritas” a los ejercicios.
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