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3.- Llegada de los Capuchinos y restauración del templo.
La Divina Providencia, que dispone las cosas suave, pero eficazmente, quiso que por los días en que los Hermanos Terciarios colectaban con mayor actividad para la restauración del templo de San Francisco, fueran conocidos en León los Hermanos Capuchinos gracias a una “novena – misión” a la que fueron invitados por el Sr. Obispo de León, D. Saturnino Sánchez de Castro. La “novena-misión” tuvo lugar en dos iglesias a la vez: Nuestra Señora del Mercado y Santa Marina. Tal fue el éxito de esta “novena-misión” que al finalizar la misma ya hubo conversaciones para que los Capuchinos pudieran venir a León. Famosa es la expresión del Sr. Obispo de León que, recogiendo el sentir del pueblo leonés exclamó: “Pues queréis Capuchinos, Capuchinos tendréis”.
Los fervores provocados por la “novena-misión” de los Capuchinos y el trabajo incansable de la Orden Tercera Franciscana, hizo que las obras de restauración del templo se empezaran el 10 de abril de 1880, bajo la acertada dirección y administración de D. Rogelio Cañas. A fin de dar un nuevo impulso a las obras y recoger nuevas limosnas, el 24 de diciembre de 1881, llegaron a León los Padres Francisco de Carcar y Lorenzo de Molina, pasaron algunos días albergados en Palacio, hasta que pudieron habilitar, para residencia y habitación, la parte vieja adosada al ábside de la iglesia. El 30 de marzo de 1882 el señor Obispo anuncia a sus diocesanos el acuerdo al que ha llegado con los Capuchinos para que, en breve, se establezcan en el Convento e iglesia de San Francisco.
Se entarimó la iglesia, se blanquearon las paredes, se colocaron los cuatro Evangelistas en las pechinas de la cúpula, se prepararon los altares para el culto, el coro se puso en condiciones para cantar el oficio divino, y, sobre todo, se puso el altar mayor con el retablo que se trajo de la Catedral, juntamente con los del Corazón de Jesús y Beato Diego, laterales del crucero que son parte del altar mayor. Los demás altares laterales, unos se trasladaron de la capilla de la Venerable Orden Tercera, otros son de la Catedral, y alguno donativos de familias cristianas. El 12 de mayo de 1882, llegaba a la ciudad en calidad de Presidente, el Rev. Padre José de Valdeviejas, con cuya presencia las obras recibieron nuevo impulso.
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